CALIDAD. Consumimos lenguajes. Les sacamos las vísceras como psicópatas y los enterramos con culpa. Cebamos nuestra ignorancia con ellos y se cultiva un contexto de incertidumbre, miedo y desesperación. Así crujen las costuras en un traje siempre inapropiado.

Calidad significaba hacer mejor las cosas que estamos haciendo cada día. Se buscaba darle profundidad, consolidar y asentar. No había más. Se trataba de no añadir en un tiempo de consumos rápidos y de fotos para la galería. Alguien se detuvo en medio de todo aquello y pensó en otra dirección. Y como alguien pensó, todos aplaudieron. Y, sin comprender, quisieron repetir. Y resultó un fiasco.

Tenemos un problema serio con la gestión del tiempo. Sin atención dos horas pueden ser dos o tres minutos. Sin orden te pasas el día dando vueltas buscando lo que tienes delante. Parece que se hace mucho pero solo se gasta el precioso tiempo que ha perdido valor ante nuestros propios ojos. ¡Oro, amigos! ¡El tiempo es oro, en según qué manos! Para algunas personas cinco minutos es nada y los regalan. Para otros cinco minutos sirven para mucho. Imaginad un abrazo así cada día, en lugar de perder el tiempo. O las horas de aquello entregadas a la lectura.