Los «niños rata» no existen, son los padres.

Por si alguien no lo sabe, viene del mundo de los Simpson. En un capítulo, Bart se convierte en rata y anda por ahí haciendo ruidos. Y de aquí, un salto a los niños que en los videojuegos online se pasan el día haciendo sonidos indescifrables de estupor o emoción frente al micrófono. Algo muy molesto para el resto. Pero además, se dedican especialmente a «trolear» al resto como diversión. De ahí que el paralelo, en principio pueda resultar gracioso.

Hasta hace poco pensé que era algo local, del barrio donde está el colegio. Algo que llevo escuchando desde hace años. Pero recientemente me he dado cuenta de que lejos de ser así, casi es usado como término sociológico. Estoy esperando una tesis doctoral que aborde el fenómeno. «Niño rata» acumula más de 14 millones de referencias en Google y no precisamente desde ayer.

Para mi gusto, poco gusto. Los adultos, los que deberíamos ser adultos en todos los sentidos, volcamos infinitas veces nuestros prejuicios, miedos y vómitos, de forma sutil sobre los más pequeños. Ahora bien, aquí no hay sutileza ninguna. Se trata de un insulto en toda regla, practicado de una generación inmediatamente anterior a la siguiente. Tan inmediata que se llevan muy poco, tan poco que no descubren sus semejanzas con ellos y, sin embargo, ya lo desprecian. Primera apreciación: las generaciones se están encapsulando cada vez en menos años.

Lo común sería, a mi modo de ver al menos, el desprecio de los más nuevos en el mundo respecto de los más viejos. El endioasmiento de la juventud provoca que se mire con sospecha a los «mayores», en lugar de con la admiración y respeto que -no es especulación, me consta claramente- se tenía habitualmente y se educaba y propiciaba socialmente. Hemos dado la vuelta y cunde una común ridiculización de los que vienen. Segunda apreciación: le damos importancia a cosas que no la tienen y le restamos relevancia a lo fundamental; el horizonte se invierte.

Por lo demás, somos unos irresponsables. En lugar de la amabilidad, la acogida del otro en el mundo, su cuidado y la atención que merece alguien que es recién llegado a la vida… en lugar de todo esto, malas palabras que terminarán siendo sembradas en ellos, y a las que responderán después, ya no tan jóvenes y de otra manera, pero creyéndose lo que le dijeron sus mayores porque, en el fondo, reconocen que saben más de todo que ellos mismos. Menos de juegos online.