Lo primero, alegrarme porque la educación sea noticia y tener la oportunidad de explicar algunas cosas. Quizá si la entrevista y declaraciones no hubiesen contenido la parte en la que habla del dinero (la retribución al profesor según la calidad y los objetivos que cumple) no estaríamos hablando de esto. Pero hoy he constatado que muchas personas han comentado, hecho preguntas y dialogado. Eso es interesante, siempre y cuando vaya centrado. El profesor Marina sabe, como filósofo que es, que una pregunta mal hecha es un verdadero desastre.
Mezclar dinero y educación significa querer comprar maestros y callarlos. Y sobre lo del «buen o mal» profesor, salvo los que brillan especialmente por uno u otro lado, no sabría decir mucho más. De nuevo, en lugar de reconocer el centro del asunto, su núcleo real, llegan con propuestas peregrinas que desenfocan, con malas preguntas, con sospechas que van calando en la gente…
Mi respuesta confío en que sea clara, se entienda, y sirva para seguir dialogando:
- Antes de evaluar a un profesor, evalúen sus condiciones de trabajo dentro y fuera del aula. No da lo mismo un claustro que otro, ni un aula que otra, ni un día que otro, ni una hora que otra. A lo largo de mi semana entro en nueve grupos distintos (y no es un récord) y cada uno varía incluso dependiendo de la hora y de las circunstancias que rodeen la clase. Sin ir más lejos, ayer tenían examen y estaban muy inquietos; hoy era un día más normal y estaban estupendos. Pero no echaré balones fuera, porque el día que yo tengo seis horas de clase seguidas llego a la última también «inquieto». Razonablemente «inquieto», humanamente «inquieto». Si vamos a aplicar estándares también en este punto, me parece de lo más precipitado. Generalizar resultaría poco menos que estúpido o propio de ignorantes. En educación no existen protocolos de actuación que reduzcan mi labor a dos o tres marcadores, sino una amalgama ingente de elementos conectados íntimamente con tantos otros. Como buen profesor que es, aunque no sé si sigue dando clase, sabe que un alumno cambia en función de sus compañeros, y si le pones incluso en otro sitio, responde de un modo diferente. A ver qué medimos, cómo lo medimos, y lo que más me preocupa, qué dejamos fuera de nuestros parámetros. Hacer plana esta realidad para poder numerarla y matematizarla resultaría empobrecedor en grado sumo.
- Dotar de materiales y medios. Ya no hablo del dinero que cobro como profesor, sino de los recursos de los que dispongo para hacer bien mi trabajo, su accesibilidad, su disponibilidad. La partida que se ofrece por aula desde la administración es ridícula en muchos casos para lanzar proyectos interesantes. Conozco centros en los que hay cuatro ordenadores para todo el profesorado, nada en las aulas. Otros con espacios reducidos, muy reducidos, donde variar la distribución del aula es fracamente imposible. Cuando un profesor saca adelante determinados proyectos un poco más exigentes siempre pone de lo suyo: recursos materiales, recursos humanos, tiempo incontable muchas veces, ideas, preocupaciones… Y a cambio recibe comentarios… Creo que entender esto bien es importante. Alguien me decía que ser profesor se parece mucho a anuncios que se ponen para ser repartidor: «Con moto». En educación no somos pocos los que ponemos de lo nuestro para seguir adelante con la tarea, procurando innovar, procurando llegar a más. El día que se rompa mi portátil tendré que comprarme otro para seguir adelante.
- El dinero viene detrás del prestigio. Y el prestigio da calidad a la educación. Los maestros de antes se sentían valorados y aportaban valor. Hoy se pretende que ofrezcan valor para luego ser valorados. Dicho de otro modo, entran en una profesión sin un punto de partida elevado, sin gran consideración, sin gran estima. Salvo que hagas algo llamativo -de eso que llaman «innovar»- serás relegado a la masa amorfa; sólo quien destaca es valorado, pero quien cumple diariamente con su trabajo pasa como uno más entre muchos. Es una cuestión de prestigio social. Poco a poco se ha ido mermando su autoridad, su relevancia, su profesionalidad. Cuando salen los maestros en televisión habitualmente no suele ser muy positivo. El prestigio, el brillo de esta profesión y comunidad viene siendo mermado desde hace tiempo sin que se haya puesto verdadero remedio a las circunstancias. Personalmente nunca me he sentido amenazado en mi labor, aunque tampoco socialmente valorado, pese a saber lo importante que es mi tarea de cada día, que nada tiene que ver con fichas, ni máquinas, ni producción en serie. Conozco no pocos profesores que no intervienen de forma directa en circunstancias incluso claras porque eso les va a complicar la vida, porque van entendiendo poco a poco que eso no es lo suyo, porque el respaldo de la administración resulta insuficiente, porque han perdido herramientas para ello. Cuando muchos son los que dicen «sigue adelante, sin complicaciones», eso no va bien. Y no hablo en este momento de dinero. Si me diesen más dinero me parecería lamentable reconocer que lo hago mejor.
- Muchos educadores se preguntan para qué sirve la educación. Este es un gran asunto, que convendría abordar con cordura e intensidad. Percibo que los grandes ideales de transformación social han dado paso a una educación del «sálvese quien pueda». La presión laboral y profesional se nota -exagerando un poco, quizá o no- hasta en infantil. Los padres, que están sufriendo esta crisis, se preocupan por el trabajo de sus hijos y no por su felicidad, y la maquinaria escolar se pone a dispensar lo que ellos quieren escuchar. Nadie parece entrar en razón, nadie parece orientar esto de otro modo. Han desaparecido grandes preguntas al respecto: ¿Qué es la persona, hacia dónde va, qué busca, su felicidad? ¿Qué es la sociedad, la convivencia, el bien común? ¿Cómo hacer mejor el mundo? El pragmatismo se ha incrustado en el sistema ante la mirada impasible de personas como usted, que luego cambia de registro tan fácilmente en entrevistas, charlas o libros. ¿No hay que denunciar esto? ¿No hay que salir de las comprensiones planas, superficiales, infelices, insuficientes?
- Respecto a lo que cobra un maestro o profesor, decir que es no es mucho. Decir que es poco, dadas las circunstancias que vivimos, me da vergüenza. El problema en este sentido es que todos hemos perdido poder adquisitivo en nuestras sociedades, menos los que ya tenían mucho que aparecen una y otra vez en televisión con riquezas en aumento. La desigualdad no es un chiste. Y me parecería nefasto darle también entrada en las escuelas, entre los claustros, entre compañeros de equipo. En esta profesión debo mucho a quienes me han enseñado como amigos, como compañeros, como profesores que también se preocupan. ¿Todo se paga, señor Marina? ¿Todo se reduce a dinero? Qué pobre motivación nos ofrece, para atarnos más, para comprarnos como profesionales… Qué insulto motor de la educación propone, después de tantos libros escritos… Qué lamentable propuesta… En lugar de reconocimiento, y de ahí el replanteamiento económico, ofrece directamente dinero… Diga claramente si le parece que la educación es tarea menor, y en lugar de dar regalitos, reconozca abiertamente la complejidad de la tarea.
Sin más, pero viendo por dónde van los derroteros. Dinero, para comprar gente, para separarla, para dividir grupos, para frotarse las manos quienes más tienen, para controlar mejor, para silenciar, para buscar aplausos, para ganar adeptos…
He sido alumno; sigo siendo alumno. Me he casado con una maestra y tengo hijas en edad escolar. La realidad es que en el mismo centro educativo, con las mismas condiciones de trabajo hay profesores nefastos, realmente nefastos. También extraordinarios. Lo normal es que los sueldos sean más altos en un colegio concertado que en uno privado y, sin embargo, la carga de trabajo es muy superior en uno privado (donde también hay profesores nefastos y buenísimos). Veo falta de vocación en casi recién titulados y una entrega extraordinaria en muchos profesores con largos años de experiencia.
He estado en un aula de 2 EP en el inicio de curso, escuchando a una tutora que casi podía ser mi hija, que hablaba como en los años 70, con una estructura mental de los años 70….y que enseñaba como en los años 70. Todos los padres nos sentíamos como alumnos de los años 70. Veo desgana, hastío, falta de interés, actitudes que no casan ni con la edad de muchos profesores ni con lo que debería ser una real VOCACIÓN.
Cierto que también hay profesores sensacionales. Por supuesto. No somos conscientes de que si lo más importante que tenemos son nuestros hijos, lo más, lo único realmente importante que podemos ofrecerles es la educación, la fe y un ejemplo de vida coherente. Pero la educación… lo siento, no todo son planes de enseñanza cada cuatro años, no es la culpa siempre de arriba, siendo fundamental, hay profesores que no comprendo cómo pueden estar dando clase. En otro tipo de empresa no resistirían. Ahí me parece injusto que cobren lo mismo unos que otros. Pero mucho más injusta es la ruleta que haga que unos niños tengan como maestros a unos y no a otros…
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¡¡Pamplinas!! En Andalucía llevan años solucionando el problema: hay una productividad para los centros y para los profes que, por ser tan stupendos, consiguen que todos sus alumnos pasen gloriosamente de curso.
Es verdad que es la peor enseñanza pública del mundo, que no se cubren las bajas, que gozan de la mayor tasa de abandona escolar, que sirve de almohadilla para poner en forma las campañas electorales, pero… son todo pequeñeces, «efectos colaterales» que no hay por qué subrayar…
Enhorabuena por su comentario a las propuestas de Marina
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Muchas gracias por la valoración y el comentario. Aunque no creo que tengamos la peor enseñanza pública del mundo, ni mucho menos. Al contrario, valoro muy positivamente todo lo que hacen grandes profesores con lo que tienen a su disposición. Es más, para muchos es una gran vocación que cuidan con esmero y gran dedicación cada día, a pesar de todo lo que suele rodearlos.
Un saludo afectuoso, Nines.
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Muchísimas gracias por tu entrada de blog: acertadísima. Lo he conocido por mi esposa, que es de las innovadoras, y sin embargo, a las que le han puesto más de un palo en las ruedas. Con tu permiso compartiré esto en mi blog.
Reitero mi enhorabuena.
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Hola, Me ha encantado la respuesta que ha dado usted a Marinas: Muy bien explicada y argumenta. Estoy totalmente de acuerdo con todo lo que usted ha expuesto aquí y no he podido evitar, mientras leia, un sentimiento de tristeza, pena y gozo; tristeza y pena por quien valora tan poco el acto educativo y gozo por comprobar que hay personas como usted que defiende el acto educativo aportando la problemática a la que los educandos os enfrentáis cada día y exponiendo la educación tal cual es. La educación puede llegar a enseñar a los niños a como ser felices a través del conocimiento y autoanálisis de sus propias emociones y sentimientos, a ser capaces de tomar sus propias deciciones y a desarrollar las habilidades específicas de cada alumno, es decir, a formar hombres y mujeres capaces de enfrentar problemas personales y de tener empatia y respeto y ésto jamás se compra con dinero. El señor Marinas serà filósofo pero en educación y contextos educativos está suspendido.
Gracias.
Un cordial saludo
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Excelente argumentación.
Realmente la educación no es algo que poder evaluar a la ligera. Y tampoco la función del docente.
Ese quizás, el de la evaluación, sea uno de los problemas endémicos de la educación. ¿Cómo se evalúa una realidad tan compleja y llena de matices? Y no me estoy refiriendo a la función del docente, que también, sino al propio proceso de enseñanza.
En cuanto a las preguntas que se hace me parecen de lo más acertada. Hemos perdido el norte y se está dejando de lado a las personas. Todo se reduce a conocimiento, conocimiento y más conocimiento. Y siendo éste importante no menos lo es la felicidad de los niños, y nadie pregunta por ella.
Ante una nota hay una reacción casi predeterminada: si es alta, de felicitaciones, si es baja, de reproche. Pocos se paran a analizar por qué reprochar o por qué alabar. Pocos se paran a preguntar si al niño le gustó lo que aprendió, si disfruto con ese aprendizaje, si quiere compartirlo con alguien, si quiere seguir aprendiendo sobre la temática…
Enhorabuena nuevamente por la entrada.
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Totalmente de acuerdo con lo que expones. Gracias por tu comentario
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Me pregunto yo si todos los que andan criticando a Marina en estos días por las redes sociales se han leido su libro. El caso es que me da a mi que no… ¿Se lo han leido ustedes? De ser como sospecho, todos opinamos sobre titulares de esos medios de desinformación que escriben según los intereses del dueño de la imprenta ¿no? Y lo peor es que muchos, además, son docentes.
Yo soy profesor desde hace 12 años y sí, todo iría mejor con más medios, ratios más bajas y ese largo etc. que todos escuchamos cada día en los cafés. Sin embargo creo que las cosas se cambian trabajando desde dentro y no desde la cultura de la queja, haciendo y no dejando de hacer.
En mi caso si me siento reconocido por la comunidad educativa por la que me desvivo. Todos reconocen mi compromiso y mi trabajo porque saben de sobra que pongo todo mi ser en mejorar la educación pública en la que creo. Y precisamente por ello creo que falta mucha, mucha autocrítica en nuestro sector. Y sí, estoy cuestionando la profesionalidad de muchos compañeros/as. Y no pasa nada.
Cuestiono al docente que trata mal a los niños, al que no pone el mínimo interés por mejorar cada día, al que la palabra innovación le suena a chino, al que huye de las familias y las ve como enemigos a vencer, al que hace menos de lo que le están pagando y, además, se queja, en definitiva, al docente tóxico. Lo cuestiono sin medias tintas.
Y si hablamos de dinero, no olvidemos que los salarios y la justicia van de la mano. De hecho, vean donde nos han llevado las disfunciones en ese tema. ¿Acaso ha sido justo que un investigador cobrara -y cobre- 600 euros de beca mientras nuestros alumnos se iban del instituto para poner ladrillos por 3000 euros al mes? ¿Acaso el mérito, la formación o el compromiso no deben ser mejor pagados que la desidia y el pasotismo? ¿Dónde está la barbaridad en ese planteamiento? Mirémonos el ombligo y no nos rasguemos las vestiduras tan pronto que hay mucho por hacer… Saludos.
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Saludos. Comparto gran parte de tu reflexión y apreciaciones. No soy de quienes se anda quejando por las esquinas. Lamentó que me hayas juzgado así.
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es la evaluacion la unica manera de de mejorar la educacion? Hay q poner dos o tres profesores por tutoria que funcionen en equipo y se eviten desviaciones y vicios de falta de respeto y aceptacion de la realidad de familias y sociedad mejorable. He estado en 18 colegios y si que hay estancados, deformados profesores q bloquean a los mejores. La mayoria de los pocos malos profesores son infecciones y Se pueden sanar con equipo o extirpar por viciados o dañinos. También hay q mejorar mucho en la formación de las familias, en la sociedad. Hay demasiados desequilibrios y debiera procurarse igualdad de condiciones hasta en acceso a extraescilares para toda la poblacion, hasta terminar un grado o FP. Las pruebas de acceso deben ser diferentes pues han de empezar siendo consideradas con trayectoria académica ( aquí tienen desperdiciada a una profe que entró con selectividad con nota y dando el do de pecho en 18 colegios)Empezar pruebas por el oral, una prueba objetiva de 4 h ( como el MIR) y supuesto práctico con programación personalizada. Pero habría q hacerlo todos por igual con baremacion para todo el país y para todos los centros concertados, que estos últimos son propiedad especial pública pero no para facilitar clasismo y aumentar diferencias sociales sino para mejorar las circunstancias de todos con una forma mas eficiente de ofrecer condiciones de calidad y buen gusto por como colabora la comunidad con esmero y cariño.
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Interesante aportación. En muchas cosas coincido. Pero creo que hay que tener cuidado a la hora de «cambiar las cosas» y saber que el asunto que tratamos es mucho más general y problemático que el de un grupo de profesores que no hace bien su trabajo. La educación es una cuestión social, como Marina gusta en repetir, «de tribu»
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Que yo creo que Marina esta desencaminado del todo, que evaluar a un profesor es tan complicado como intentar hacer magdalenas caseras y que te queden todas iguales.
No señor Marina, no hay critererios objetivos, para decir si tal o cual profesor o maestro se entrega en cuerpo y alma a su labor docente o bien se pasa el tiempo en el aula escupiendo frases que de puro coñazo jamás entraran por oreja ninguna. ¿ Que pretende?, fijarse en los aprobados de nuestros adolescentes malcriados, o en la puntualidad o en ¿ qué?, dígame usted señor Marina. Filosofar sobre el ser y la nada, es un juego de niños, en comparación con la evaluación de todo un sistema educativo….o a lo peor solo poner el acento evacuativo, perdón evaluativo, en el docente como agente malhechor o bienhechor de esta nuestra profesión.
No señor Marina, no es cuestión de dinerito. Ni de filosofía.
Pero si. Sí que hay una realidad. Hay compañeros que son para despedirles mañana mismo sin finiquito y otros que son para ponerles una calle con su nombre. Desde dentro, que es donde estoy yo, solo puedo decir que hay mucha mierda en las escuelas, no sólo pelusas y roña, que se limpia lo justo señores, los recortes también han llegado a estas bisicitudes. También hay compañeros que el día que sacaron las oposiciones, se les cayó el boli , el alma y la dignidad, y se pasean cual plasma por los pasillos de los coles.
Y esta lacra, no son uno, ni dos, son muchos…lo suficiente para que la docencia se haya convertido en una basura, esta si, basura que pudre este sistema, y que no hay empresa de limpieza que pueda restregar.
Y lo más triste, es que, en mi periplo personal he pasado por secundaria, primaria e infantil, en el sistema educativo y no existe rincón alguno, donde posar tu vocación tranquilamente y trabajar en grupo como Dios o Piaget o Monteossri manda.
A mí me dan mucha pena, los niños y las familias que depositan en nosotros sus inquietudes educativas más profundas, y nosotros lo mandamos todo al cajón de los desastres, porque nuestro sueldo, nuestras vacaciones y nuestros horarios de lujo, es lo que nos importa. Los nenes, aprenden a pesar de nosotros.
Señor Marina, no veo solución a semejante mal rollo, pero bajo mi punto de vista propongo. No ponga sus ojos de filósofo en el docente, sino en la INSPECCIÓN. Ese cuerpo profesional, que se pasea cual entes por los centro y soltando psicofonías, en los despachos de dirección. Esos profesionales, que avisan con dos días de antelación, y que los profesores como sabemos que vienen el coco, ese día nos ponemos la blusa limpia. Esa panda de profesionales que se acojonan ante cualquier situación de peligro, y todo lo más, apartan a un docente lobezno para que siga aullando en otro bosque lejano.
Que se haga una buena inspección, que el inspector venga y mire y comparta y proponga. Que expediente en tal caso, que expediente con un expediente….que parece una perogrulla pero yo he visto expedientes objetivos y necesarios, que han funcionado menos que los papeles de Barcenas.
Eso, o que los DIRECTORES tengan en su mano el poderrrr. Give me the power. Que ellos saben lo que se cuece en este potage de verduras pochas, maduras y verdes.
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L
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«SI queremos que todo siga como está, necesitamos que todo cambie», paradoja Gatopardista que parece vislumbrarse detrás de todo este razonamiento.
Pretender que primero cambie la estructura educativa, el contexto social, los recursos, la financiación, etc… antes de intentar el cambio en el pilar fundamental que hace que todo esos factores anteriores tengan sentido, es por supuesto una opción, pero parece la más evasiva, incluso la más conformista, pues es la menos exigente con la profesión.
Me parece muy acertado el primer comentario de esta entrada, de Enrique. Si en igualdad de condiciones, encontramos buenos y malos profesores (la proporción de cada uno lo dejo al juicio de cada uno), ¿cual es el elemento diferenciador ? Para mi la respuesta es clara : La VOCACIÓN, que también puede ser entendida como profesionalidad, deseo de transcendencia, consciencia de la responsabilidad asumida con esa profesión, etc…
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Mucho me temo que, en el fondo, todos queremos mirar hacia otra parte, que nos falta la madurez y hombría de asumir la realidad. No hay solución. Sencillamente, la educación actual, como tantos otros aspectos de nuestra sociedad, responde al proceso lógico de una cultura en decadencia que apura sus últimos latidos de vida antes de expirar. Un montón de medios, profesionales, etc., no van a detener este proceso histórico. Los repetidos problemas en educación en las últimas tres décadas responde a una crisis civilizatoria. Incentivos, profesores de apoyo, pizarras digitales…patéticos, en el sentido más noble de la expresión, estertores de un organismo condenado, más tarde o más temprano, a extinguirse.
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Me parece una propuesta extremadamente conservadora respecto al papel del profesorado en el éxito o fracaso educativo. Su argumentación tiene poca relación con las propuestas de mejora de José Antonio Marina (en entrevistas y comentarios de prensa, no se ha publicado nada todavía), pero creo que el debate que propicia es muy interesante. Estoy de acuerdo con usted en un punto: es un error enorme introducir el dinero en el debate sobre la calidad del profesorado. Obviamente todos trabajamos por dinero (entre otras cosas) y en un proceso de mejora habrá que contemplar la recompensa económica, pero introducirlo como base me parece un error (para empezar porque da pie a la demagogia y alimenta falacias). Dice que pretender incentivar económicamente a los buenos profesores implica comprar maestros y callarlos. Difícilmente se puede callar a quien ya calla y asiente. Duda que se pueda calificar a los profesores como buenos o malos. Sería una excepción notable, no veo por qué podemos hacerlo con médicos, taxistas, políticos, padres, alumnos…pero no con nosotros. Como alumnos, como padres y como compañeros hemos conocido a un porcentaje inasumible de malos profesionales. No voy a entrar en el porcentaje. Cualquier porcentaje es inasumible en este trabajo. Calcule el porcentaje de neurocirujanos con Parkinson agudo que está dispuesto a considerar asumible (y que usted está dispuesto a afrontar como paciente en un quirófano). Habla usted mucho de las lamentables condiciones de trabajo que tenemos los profesores. Son mejorables, sin duda, pero no son el problema central cuando nos referimos a la calidad del trabajo de los docentes. Según su argumentación, cuando mejoren espectacularmente todas las condiciones que lastran nuestro trabajo (sobrecarga, insuficiente dotación de recursos, insuficiente paga, desprestigio…) mejorarán espectacularmente los resultados de la educación española. Es decir, cuando algún enseñante que desconoce la asignatura que imparte (o que no prepara sus clases, o que…ahórreme la casuística, usted la conoce como yo) tenga unas condiciones de trabajo ideales, los resultados de sus alumnos reventarán PISA. Va a ser que no. Todas las condiciones mejorables que usted menciona deberían mejorar (muchas de ellas ya han mejorado y los resultados siguen siendo pésimos), pero uno de los problemas de fondo seguirá. Si la brillantez, la preparación, la implicación y el talento de un profesor excelente nos parece esencial para el éxito en su trabajo, no veo por qué cuando se dan las condiciones opuestas (sí, se dan, no, no son excepciones rarísimas), el resultado no es consecuencia de su mediocridad o falta de implicación.
Nadie, en 30 años de docencia, ha evaluado mi trabajo. Me parece un disparate. Evaluarme es una obligación del sistema educativo, para garantizar que estoy ofreciendo una enseñanza de la máxima calidad (es mi obligación, no un regalo que decido hacer al sistema educativo). La Administración es cómplice e impulsora de este stau quo desastroso.
Descalifica la innovación educativa como «algo llamativo». Puede serlo. Añadir el adjetivo a cualquier proyecto no garantiza nada. Parece que no le resulta llamativo otros aspectos de la docencia (adicción a los libros de texto, inadecuación metodológica, falta de actualización en las materias, desconocimiento de las materias impartidas, incapacidad para desarrollar el trabajo en un aula…) que pueden aparecer en nuestras escuelas, institutos y (¡ay!) universidades.
No desdeño la función eminenetemente pragmática de la educación. Debe servir para cultivar ciudadanos informados, críticos y capaces…para ser libres. Esto no depende de dar más o menos horas a determinadas asignaturas, depende de nuestro trabajo en las aulas.
Volviendo al dinero. No me daría más prestigio como enseñante ganar más dinero (¡pero me encantaría! y creo que muchos enseñantes lo merecen), pero sí roba prestigio a mi trabajo ser un inepto o compartirlo con algún inepto, como me engrandece compartir aulas y trabajo con enseñantes brillantes, implicados, comprometidos con la Educación.
¿Cuánto cobra un profesor? Los malos profesores un dineral, los muy buenos poco. Y cobran lo mismo.
Creo que a los dos nos preocupa la Educación y estos debates son necesarios para, como mínimo, no mirar hacia otro lado ante el desastre.
Gracias por su atención, perdone la extensión.
Saludos
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Gracias por el diálogo. Creo que compartimos mucho del fondo de la cuestión.
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Gracias, joseferjuan. Abrazo
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Muy sugerente el post de esta entrevista. Me encanta que se hable de educación por las redes sociales y por los medios de comunicación en estos tiempos y ver cuáles son las opiniones de todos los ciudadanos.
El sistema educativo en España es un caos y muy desigual, los políticos solo intentan eliminar lo que había antes y poner «patas arriba» la educación durante su legislatura, da igual si es para bien o para mal, el caso es cambiar por cambiar. Señores, señoras y señoritas; innovar no es mejorar, hay que promover la innovación cierto, pero que sea algo útil y que mejore el proceso de enseñanza-aprendizaje, y no solo lo cambie sin saber en qué dirección se va. Aprovechemos esas ganas de innovar en formación para el profesorado, en la creación de un cuerpo docente sólido, con tablas en las aulas, en conclusión, formemos un equipo que trabaje por y para la educación.
Me parece bochornoso que las personas que son las encargadas de guiar la educación española en muchas ocasiones no hayan pisado un aula en su vida para dar clase y no sepan el tipo de carencias que existen en cada tipo de colegio. Es muy triste ver que estos capitanes de la educación, llenos de legislación y teoría, no son capaces de desenvolverse en el aula. Que bonito es intentar desviar la atención de los ciudadanos a una evaluación al cuerpo docente, que bonito es que el docente cobre por los resultados del alumnado porque, al fin y al cabo, eso es lo que importa, los resultados; da igual que un docente se desviva en el aula para que el alumnado aprenda de la mejor manera posible, da igual que en algunas familias exista cierto «pasotismo» en la educación del alumnado y solo se busquen matrículas de honor y cum laude, que más da si el niño o niña sabe resolver un problema, lo que importa es que tenga una nota media de sobresaliente.
Bien es cierto que el cuerpo docente necesita una guía y una formación para mejorar la educación (Yo soy el primero que estoy dispuesto a aprender y a mejorar como docente y como persona para ser más eficiente en mi trabajo) pero no creo que la solución sea que el docente cobre por los resultados, ya está la sociedad bastante podrida por culpa del dinero como para que se pudra también la educación pública y, también hay que añadir que no es lo mismo un colegio del centro de Madrid que un colegio de un pequeño pueblecito de Extremadura. La cuestión está ahí, la solución para mejorar este sistema educativo comienza con eso, caminar todos en la misma dirección y haced un sistema educativo equitativo, justo y que dé a la sociedad personas críticas y concienciadas con la misma.
Por lo tanto, insto a las personas de arriba a que piensen acerca de todas estas evaluaciones y que, en primer lugar, se evalúen ellos mismos, y que su sueldo también vaya en función de sus resultados, que estoy seguro que ellos ganan más dinero que cualquier docente. Lo mismo recapacitan sobre lo que han dicho.
Y ya para terminar solo queda decir que he leído a Jose Antonio Marina, tiene un libro estupendo sobre el cerebro infantil, muy recomendable, aunque he de decir que su forma de escribir está repleta de amiguismos, ensalzando a ciertas personalidades y, en muchas ocasiones, haciendo oídos sordos de otras. Que triste es hablar solo de las personas amigas en tu campo de trabajo y llevar todo esto al terreno de la amistad, cuando debería abrir más el abanico dentro de su campo de estudio.
Sin más, seguimos trabajando para mejorar la educación que, al fin y al cabo, es lo que a mí me importa y es la idea con la que me levanto todos los días aunque de momento no lo puedo hacer desde el aula, ya que soy opositor e interino y todavía no he tenido la oportunidad de trabajar durante este curso.
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Alabo con sinceridad el esfuerzo de todos los docentes que se preocupan por su trabajo, y sobre todo, por la repercusión que éste tiene sobre los propios alumnos. Pero seamos sinceros, ¿todo un despliegue de medios, todo ese proceso de sacralización de la tecnología y de la innovación pueden de verdad suplir la más que evidente falta de interés y de carácter de una parte muy significativa de los alumnos? ¿De verdad creéis que toda una panoplia de pizarras digitales, materiales interactivos, internet, etc. pueden hacer despertar del letargo a una cada vez más numerosa prole adocenada, conformista e igualada a la baja?…¿de verdad?
Respecto a la evaluación del profesorado, ésta ha de ser tan rigurosa como cualquier otra. Cuando digo rigurosa, implica también pensar en la diversidad a la hora de enseñar. Obviamente, no es lo mismo enseñar en el Barrio de Salamanca que en las Tres Mil Viviendas.
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No estoy de acuerdo con mucho de lo argumentado. Sin embargo no voy a hacer una gran respuesta sino que me voy a quedar en una afirmación que me parece vital: el profesor/a debe ser evaluado. Y creo que hay recompensar ( no sé muy bien cómo, al que trabaja bien, se esfuerza, y obtiene resultados de sus alumnos -que no es lo mismo que regalar notas-.) Alguna diferencia debe haber entre el que hace su trabajo bien y quien es mediocre. Y si no es así, ¿porqué esforzarse?
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Bastante de acuerdo con los argumentos sobre el artículo del filósofo?, sobre todo porque pensé más o menos lo mismo. Gracias en general por abrir y participar en este debate.
Después de 45 años en la enseñanza pública y privada, en todos los niveles, también como formador de profesores en la universidad, creo que, como en todas las profesiones, ya que no somos una excepción, hay de todo y más bueno, incluso magnífico, que malo.
El eterno debate es que en nuestra institución la inspección no tiene función de evaluación como en otros países. ¿Entonces no nos evalúa nadie porque somos, como los psicoanalistas, una profesión imposible?
El gran problema es que evaluar no es fácil, como se ha señalado, no sólo hay que responder a las preguntas tópicas y típicas ¿quién? ¿qué? ¿a quién? ¿dónde? ¿cuándo? ¿cómo? ¿con qué protocolos?, sino también ¿para quién? ¿para qué? ¿con fin informativo? ¿o formativo? ¿con incidencia de qué tipo en la profesión? ¿con incidencia en los recursos, o en el horario, o en la ratio? ¿con incidencia en los programas y en los manuales? ¿con incidencia en el currículo estatal y el autonómico? Y podría seguir así cualquiera de nosotros.
Si, verdaderamente, de lo que se trata es de mejorar la educación en este país (ahí es nada), es decir corregir ciertos vicios del sistema en las aulas, se podría empezar permitiendo a los alumnos que formen parte de la evaluación de los profesores en el claustro del centro. He vivido esta evaluación como experimentación y, en contra de lo que pueda parecer, incluso los más pequeños son capaces de argumentar sobre los problemas y de proponer soluciones sin entrar en acusaciones personales que es el primer criterio que hay que tener en cuenta. En el centro donde lo hicimos durante cuatro años funcionó perfectamente, luego, desgraciadamente, cambió el equipo directivo y bastantes profesores fuimos a otros centros.
Y si eso no funciona se buscan otras propuestas, seguro que individualmente y en equipo aparecerán soluciones para trabajar ilusionado, sin escatimar tiempo y esfuerzo.
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Ojalá esa evaluación de la que se habla sea como usted refleja y no de otro modo. En cualquier caso el asunto de la educación no se «curará» de sus males hablando solo sobre los maestros y profesores.
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Pues yo creo que tiene usted más en común con el profesor Marina de lo que parece. De todo lo que ha dicho los medios han dado eco de lo que más controversia genera. Lejos de quedarse hablando de dinero yo creo que hay que aprovechar el momento para hablar de educación.
Por cierto, José Antonio Marina en su blog da la posibilidad de que quien quiera de su aportación. http://www.libroblanco.José Antonio marina.net
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Pues yo creo que tiene usted más en común con el profesor Marina de lo que parece. De todo lo que ha dicho los medios han dado eco de lo que más controversia genera. Lejos de quedarse hablando de dinero yo creo que hay que aprovechar el momento para hablar de educación.
Por cierto, José Antonio Marina en su blog da la posibilidad de que quien quiera de su aportación. http://www.libroblanco.José Antonio marina.net
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Estoy de acuerdo contigo. Pero estaría bien q no se juzgue a un colectivo en general. Como todo en la vida hay diferentes partes del colectivo y lo hay q regular.
No puede ser que todo funcionario tenga el privilegio de q le paguen por ir a su puesto de trabajo. Hay q currarse el sueldo. Es muy injusto q se le pague lo mismo al profesor de ciencia q con cartones y cosas q pide prestado enseña q al q se queja porque no tiene fondos. No es lo mismo q se le pague igual a la Profe q monta un blog y se curra contenidos extra y comunicación con los padres q el q no hace nada. Todos todos, médicos, abogados, empresarios debemos aprender y reciclarnos para poder serguir ejerciendo y ganando. Pues los profesores también deberían de formarse, reciclarse y adaptarse, y no cobrar lo mismo los q lo hacen q los q no lo hacen.
Gracias por el post y el debate.
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Enhorabuena por el post, las soluciones simplistas no suelen resistir el análisis de los que viven la realidad desde dentro, sobre todo cuando el problema es cultural y afecta a la mayoría de los actores implicados, aunque quizás se ha descontextualizado el pensamiento de Marina.
Un colegio como cualquier proyecto que merezca la pena necesita de un gestor con mayúsculas, capaz de motivar a profesores y alumnos, evitar fricciones y peligros y ayudar a que todo fluya adecuadamente para lograr el objetivo de contribuir al desarrollo de niños más fuertes emocional e intelectualmente, curiosos, valientes y educados.
Pero somos bastante malos en conseguir que los mejores lleguen a esas posiciones, y aunque lo consiguieran, no podrían tomar decisiones reales, no solo porque el sistema que hemos construido lo limita, si no porque además somos nefastos en trabajar en equipo para vencer las resistencias de los vagos, aprovechados o indocumentados. Solo la cohesión y la valentía cambiaría la situación, y ninguna de las dos se compra con dinero.
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Excelente reflexión.
https://www.facebook.com/La-Profesora-Chiflada-662256960491029/
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«En lugar de reconocimiento, y de ahí el replanteamiento económico, ofrece directamente dinero». Eso es mentira y Vd. lo sabe. El profesor Marina no ha dicho eso. Está claro que Vd. pertenece al grupo de los malos profesores. Si manipula las palabras de Marina de ese modo, me puedo imaginar el resto.
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Gracias por tu comentario y su juicio sobre mi labor docente. Por esta razón creo que los profesores estamos tan denigrados. Cualquiera, sin conocernos, se permite decir lo que piensa. Ojalá no sea de los malos, trabajo para hacer bien mi trabajo y a mis alumnos. En el artículo intento no defenderme a mí, sino a la educación.
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Amigo Joseferjuan.
Lamento no estar de acuerdo contigo.
Iré por partes.
1.- Lo que creo que dice Marina es que una parte del salario tenga que ver con la valía profesional del profesor. Una parte. No toda.
Personalmente, no entiendo la alarma. En este momento, no todo el mundo gana lo mismo. Lo que ahora discrimina es la antigüedad. Eso sí, todos los que son igual de antiguos ganan lo mismo. Pero el criterio de la vejez quizás no sea el más adecuado para distinguir el trabajo. Por lo menos, podemos sentarnos a discutir si existe algún otro.
2.- Existe un discurso llorón entre los profesores que no comparto. Lo muestras en tu punto primero: primero que se evalúen las condiciones y luego… bueno, ya veremos si luego también a mí. Esa idea esconde miedo a ser evaluado. Marina no dice (ni nadie sensato puede decir) que esa parte del salario va a depender de una visita descontextualizada de un agente externo. Doy por hecho que ese asunto habrá de meditarse, negociarse y acordarse.
3.- Tu punto segundo forma parte de la segunda parte del mismo discurso llorón. Que nos den medios, materiales y muchas cosas… Que las den está muy bien, pero que deba ser requisito previo para juzgar la capacidad docente de un maestro, no puede ser. De hecho, sostener, de una forma general, que si no tenemos muchos ordenadores (o lo que sea) no podemos hacer bien nuestro trabajo, es, en mi opinión, un error.
4.- Tu tercer punto va en la misma línea del lloriqueo. Cualquier tiempo pasado fue mejor. Antes, los maestros estaban más valorados. Primero tendrías que especificar cuál es ese pasado. ¿Cuando el 70% de la población era analfabeta y el maestro era el chamán que sabía leer? ¿En el año y pico de la república socialazañista, cuando se les subió el sueldo? ¿En la España franquista, cuando los chicos tenían que llevar a los colegios la leña y le daban al maestro «regalos» para que pudiese comer y el ayuntamiento les daba una casa porque el sueldo no les daba ni para alquilar una? ¿O en la misma España franquista en las que el maestro cantaba y hacía cantar el Cara al Sol? Eso del prestigio antiguo es otro lugar común que es preciso aquilatar.
5.- La otra cara del prestigio sigue por los mismos derroteros. ¿Pero por qué tenemos que querer que nos quieran? ¿Por qué a nosotros sí y a la cajera del supermercado no? Perdona, pero no lo entiendo.
6.- Que ganamos poco.. Ya estamos… Todo el mundo quiere ganar más. Yo quiero ganar mucho más. Pero podías hacer un estudio comparativo de las condiciones laborales y salariales de nuestro país con los del entorno. Cuando quede demostrado que estamos comparativamente mal pagados, me sumo a la queja. De momento, no. Ayer se publicaba el salario medio del trabajador español y resulta que estamos por encima de la media. Me gustaría estar en el percentil 10, pero qué le vamos a hacer…
7.- Dices, por fin, que los profesores no saben para qué sirve la educación… Ignoro qué tiene eso que ver con la propuesta de Marina, pero, vamos, no estoy nada seguro que los maestros lo hayan sabido nunca. En esa época mítica del maestro muy prestigiado, cuando al maestro lo era a la edad que tienen nuestros bachilleres, la reflexión del maestro sobre el sentido de su trabajo era muy parecida a la reflexión de los cactus sobre el origen del universo. Después, en este país, la reflexión anduvo ligada muchas veces a los MRP, que siempre fueron minoritarios entre el personal y que cuando accedió a los altares vía LOGSE recibió críticas a puñados: resulta que los profesores no queríamos reflexionar tanto como quería el ministerio…
No sé si me dejo alguna contestación más a tus reflexiones, que seguro que son muy populares porque atina con el discurso predominante, pero no puedo estar de acuerdo. Vienes a decir:
1.- Que me pongan las mejores condiciones de trabajo posible.
2.- Que me paguen bien.
3.- Que me quieran mucho.
4.- Pero que no me evalúen porque eso significa que me dividen de mis queridísimos compañeros. ¡Como si alguna vez hubiésemos tenido la fuerza de grupo de los mineros!
Termino con una «boutade». Llevo treinta años de trabajo y me he encontrado con algunas pocas prácticas profesionales que no relato aquí porque no pueden ni reproducirse. No eran muchas, pero todos tenemos a mano una docena de impresentables a los que se les ha pagado como si fuesen tan buenos profesores como los demás. No veo en nombre de qué hay que seguir manteniendo eso.
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En cualquier caso me alegro por tu comentario amplio y pensado. Evidentemente no coincido con el asunto del «llorón» ni con el «miedo a la evaluación». Pero agradezco sinceramente muchas de las reflexiones que aportas. En ningún caso he querido defender la mediocridad, sino poner de relieve que el profesor no es el principal problema del sistema educativo español, ni de la sociedad española. O no al menos la generalidad.
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Después de leer con mucho gusto e interés el post y los comentarios, veo que nadie opina que es insuficiente que para acceder a maestro de primaria solo se pida un grado (antes ni eso), cuando para trabajar en el actual mercado laboral no eres nadie sin un máster como mínimo; y que no exijan más nivel de acceso como en otros países. Para ejercer como maestro de audición y lenguaje (que no logopeda) o PT no hace falta haber estudiado la especialidad, se puede presentar cualquiera a la plaza. Y en la enseñanza de matemáticas hay maestros que ni siquiera la estudiaron en el bachiller porque no se les daba bien. Cómo van a inculcar amor por una materia que no les ha gustado nunca? En la universidad pública existe un máster en educación especial que implantaron para formar profesionales que puedan abordar la diversidad y complejidad de todos los alumnos con necesidades educativas especiales, por qué no exigir a los docentes que se formen en estas materias? En mi opinión, les falta formación a los que están formando a los futuros adultos de nuestro país.
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Gracias por tu comentario. Creo que haces una aportación igualmente valiosa a la reflexión general.
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