Hoy he escuchado esto a una excelente literata española en la radio. Decía literalmente que ella escribía para conectar con la gente. En sus palabras «conexión» no viene a ser algo débil, pasajero, superficial, sino más bien todo lo contrario. Cuando lo pronunciaba me ha sonado espectacularmente, con fuerza, tensión, posibilidad, cariño incluso. Su expresión me ha parecido una bella y simple definición de lo que ocurre hoy en el mundo digital, y en gran medida de su enorme potencial y hermosura. Escribimos, hoy más que nunca, buscando conectar unos con otros, encontrarnos, recibirnos y darnos. Es asombroso pero es así.

  1. Si lo pienso, empecé a escribir el blog porque siempre he disfrutado esa conexión. Ya no es que te lean, sin más, es que a medida que escribes conectas más y mejor contigo mismo. Ideas, sentimientos, personas, experiencias, sueños, proyectos, revoluciones incluso van fluyendo. Este blog nace de esa vivencia, como tantas otras. E igualmente de la conexión con otros, de palabras debidas, de palabras traídas como el título de hoy, de experiencias ajenas en las que profundizas sin vivir o de vivencias que se convierten en reflexión, meditación, propuesta, arrepentimiento. De todo hay y siempre mucha conexión.
  2. Conectar a través de las letras, de las palabras, es un forma excelente de buscar ofrecer lo mejor de cada uno. Por supuesto, en todo esto que escribo pretendo dejar salir lo mejor, no una impostura que tape lo anterior ni mucho menos una máscara. Verlo así es como depravar la excelencia de toda persona. El intento de buscar, la reflexión en pos de lo mejor también se ve reflejado.
  3. Escribir siempre conecta con alguien. Supongo que esta especie de post público tiene siempre algo de privado, de personal, e incluso de íntimo e incomunicable. Escribir siempre me trae a la mente personas, principalmente personas. Cierto es, por otro lado, que esto que se escribe aquí no siempre alcanza a quien tú quieres que llegue. Quizá con el otro hay que hablar de otro modo, cara a cara. Quizá quienes escribimos somos un tanto cobardes o torpes en ese otro lenguaje más ágil y también menos meditado.
  4. Tener la impresión de que alguien, con frecuencia anónimamente, lee lo que escribes e incluso llegue a despertar algo en su vida, es sencillamente «una pasada». Una contribución más al mundo, no la única, y espero que ni tan siquiera la mejor en mi caso. Sería un desastre para mí que el blog fuera más importante o más valioso que lo que sucede en el hogar, en mi hogar, o en clase entre mis alumnos, o en tantos otros momentos con personas a las que tanto aprecio. Sin embargo, no deja de ser por ello una contribución al mundo, un grano de arena del nuevo continente digital, una forma de expresar claramente que a mí me gustaría que la historia fuera en esta dirección y no en otra.
  5. Entablar diálogo. El gran reto de tanta palabra vertida en la red, de tanto mensaje, de tanto comentario que queda muchas veces contestado por un simplón «like» sin conversación posterior, sin agradecimiento alguno perdido en este nuevo espacio. Entablar diálogo es la materia pendiente, no para la tecnología, que ya dota de suficientes herramientas para ello, sino para aquellos que la utilizan como «usuarios». Hablar escuchando, callar para escuchar mejor, prestar enorme atención al otro, a lo que quiere decir y a lo que desea callar con sumo respeto en ambos casos. Dialogar como forma de tomar la palabra responsablemente comenzando por subrayar, siempre eso, que el otro es grande, que el otro es más de lo que pienso, de lo que sé, de lo que conozco.
  6. Ir más allá de lo propio, encontrando ecos lejanos. Entiendo que las redes conectan exclusivamente con quienes aparentemente ya estás conectado por otro lado. Aunque sólo en un primer momento. Hay que resistirse mucho para no ceder al empuje que te hace pasar a un segundo, tercer o cuarto nivel de relación. Por ahí, en ese camino, también guía lo común, dando tregua en ocasiones a alguna que otra divergencia. No siempre se replican perfiles parecidos, como ADNs desconocidos que se encuentran. También aquel que es «de otro modo», «de otro estilo», «de otras ideas» tiene cabida. Esto es francamente interesante.
  7. Conocer a quien lee, un motivo para seguir adelante. Una y otra vez, o no pocas veces, me ha pasado. He dicho a tal persona: «Yo te he leído.» Como queriendo decir que sabía algo de ella y algo también me unía. Recuerdo una situación especial en la que esto sucedió, en una especie de celebración del mundo digital. De aquella palabra de reconocimiento surgieron muchas otras conversaciones, intercambios, enriquecimiento. Leer conociendo el tono aporta un plus de excelencia a las palabras. Leer sabiendo que quien escribe es buena gente, que hiciste bien seleccionando su blog y quedándotelo para ti, compartiéndolo con otros a los que luego la vida también te ha ido uniendo es tremendo y fascinante, una especie de misterio que entrelaza lo digital con la vida mayúscula.

Yo seguiré leyendo a otros.